El Centro Atómico Ezeiza este martes fue el escenario de un nuevo hito del desarrollo nuclear argentino. Con una enorme grúa fue izado el tanque reflector al nivel correspondiente a la pileta del reactor RA-10, para que próximamente comience su instalación.
Este momento histórico fue presenciado por el secretario de Hacienda del Ministerio de Economía de la Nación, Carlos Guberman; el subsecretario de Evaluación Presupuestaria, Enrique Pinedo; la directora nacional de Inversión Pública, Marina Barbeito; junto a la presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Adriana Serquis; personal del organismo que trabaja en el proyecto y representantes de las empresas nacionales que participan en la construcción del reactor. También estuvieron presentes representantes de la Secretaría de Energía de la Nación y los vicepresidentes de CONICET Claudia Capurro y Alberto Baruj.
El Ing. Nuclear Herman Blaumann, gerente del proyecto del RA-10, recibió a los visitantes con una explicación en la que señaló que “el tanque reflector es un componente crítico por su ingeniería de construcción. Allí se distribuyen los neutrones para todas las aplicaciones del reactor y después de su instalación se inicia la etapa de montaje de internos de piletas. Todo empieza a converger, no solo la obra en sí, sino también la fabricación de los elementos combustibles; el informe de seguridad para tener la licencia de para comenzar a funcionar, y el plantel de operación del reactor. De manera que nos vamos acercando a la puesta en marcha, que esperamos que pueda comenzar el año que viene”.
Blaumann mencionó también a cada empresa que contribuyó a hacer realidad este reactor, desde la que se ocupó de la obra civil hasta la que construyó una nueva subestación eléctrica para dotar al Centro Atómico Ezeiza de la potencia extra que va a necesitar no solo para el RA-10, sino para todos sus otros proyectos.
El tanque reflector del RA-10 fue fabricado por INVAP en el Centro Atómico Bariloche, desde donde fue traído por tierra hasta Ezeiza. Es el corazón del reactor junto con su núcleo y su componente más complejo. Su función será contener el agua pesada que reflejará los neutrones producidos en la reacción en cadena, así como albergar los dispositivos para aprovechar esos neutrones en las diferentes aplicaciones previstas en la instalación.
Este tanque pesa 2.540 kilogramos, tiene 2 metros de diámetro y 1,4 metro de alto. Su construcción, un proceso que demandó 32 meses de trabajo, implicó un gran desafío tecnológico que lo convierte en una pieza de ingeniería única en su tipo. Está hecho de aleación de zirconio (Zircaloy), un material que soporta la emisión de neutrones sin deteriorarse. Su diseño se definió en función de los requerimientos de los futuros usuarios del reactor y sus implicancias en cuanto a volúmenes, flujo neutrónico y condiciones de operación.
“Hay muy pocos países en el mundo que puedan generar un producto como este tanque y que fue hecho en los talleres de INVAP en el Centro Atómico Bariloche”, destacó Adriana Serquis. Antes había explicado que esto se logró gracias a un ecosistema nuclear que nació en 1950 con la CNEA “que tuvo la visión de que esta tecnología podía llegar a tener usos inimaginables, como ser aplicada para tratamientos médicos o para la detección de enfermedades complejas, como el cáncer, fines para los que hoy se utilizan los radioisótopos”, puso como ejemplo. “Todo esto requiere conocimiento, calificaciones y una experiencia que se fue conformando a lo largo de muchísimos años y de muchas generaciones. Esa capacidad que tenemos como país es única y no hay que perderla”, enfatizó.
La instalación del tanque reflector es una tarea de gran precisión y permitirá el inicio del montaje de los internos de la pileta del reactor. Una vez completado este último trabajo, se llenará la pileta y, en enero de 2025, comenzarán los ensayos preoperacionales para después continuar con la puesta en marcha.
Se espera que el RA-10 estará operativo en 2026. Para entonces, producirá radioisótopos de uso médico para el país y el mundo, así como también silicio dopado para la industria electrónica. Además, tendrá como instalación asociada el Laboratorio Argentino de Haces de Neutrones (LAHN), donde se podrán desarrollar avanzadas técnicas de investigación útiles en los campos de las ciencias básicas, la salud y la industria. También contará con un Laboratorio para Estudio de Materiales Irradiados (LEMI), que permitirá que la CNEA amplíe sus capacidades para producir y calificar nuevos combustibles y componentes para futuros reactores nucleares experimentales y de potencia.