A través del Instituto Gulich, perteneciente a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y a la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), la provincia de Córdoba desarrolla, desde hace más de 20 años, una línea de trabajo denominada epidemiología panorámica, orientada a la salud pública.
Una de las coordinadoras del proyecto es Carla Rodríguez, quien realizó una investigación para su tesis de la Maestría en Aplicaciones de Información Espacial (MAIE), del Instituto Gulich, donde determinó, en función de la variabilidad ambiental, una distribución óptima para la red de ovitrampas que se utiliza en la ciudad de Córdoba, con el fin de monitorear la actividad del mosquito Aedes aegypti, principal vector de los virus del dengue, chikungunya y zika.
Ovitrampas
Las ovitrampas constituyen uno de los sistemas de vigilancia utilizados por el Ministerio de Salud de la provincia de Córdoba. Estos sensores de oviposición (recipientes de plástico con agua y un bajalenguas donde el insecto deposita sus huevos) se instalan durante una semana en viviendas de distintos barrios de la ciudad para monitorear las poblaciones de los mosquitos y orientar las acciones de salud pública.
Rodríguez realizó una caracterización de la cobertura urbana de la ciudad de Córdoba con imágenes satelitales de la misión Pléiades, de muy alta resolución (50 centímetros), estimó varias métricas de paisaje (índices que permiten medir y analizar cómo se ve un área geográfica determinada) y determinó diferentes grupos ambientales. Por último, se distribuyeron 150 ovitrampas en la ciudad, en función de los grupos definidos, y se comparó esta estrategia con la implementada por el Ministerio de Salud.
Variabilidad ambiental
En su tesis, la investigadora concluyó que las distribuciones estratificadas por grupos en el trabajo del Gulich fueron las mejores opciones, ya que cubren adecuadamente la variabilidad ambiental detectada sobre la ciudad y consideran los casos de dengue reportados desde 2019.
“Encontramos dos grupos ambientales periféricos al centro de la ciudad (señalados en el “Mapa de grupos ambientales” en amarillo y verde), que cumplirían con los requisitos necesarios para que el mosquito se desarrolle, dado que representan sectores residenciales y comerciales con suficiente vegetación y con una variedad de criaderos artificiales. Por tal motivo, estos grupos podrían ser especialmente considerados a la hora de elegir los sitios de muestreo en el sistema de vigilancia de la ciudad”, afirmó Rodríguez.
“Al tener un conocimiento ambiental más completo sobre la ciudad, se puede estimar o predecir qué zonas serán más propensas a contar con la presencia del vector. De esta forma, se pueden enfocar los esfuerzos y recursos de las autoridades sanitarias en estas regiones para tener un monitoreo del vector más efectivo”, agregó.
Resultados
Rodríguez defendió su tesis en noviembre de 2022 y compartió los resultados de su trabajo con el Ministerio de Salud de Córdoba, que posee convenios de colaboración con el Instituto Gulich. Actualmente está realizando el doctorado en Ciencias de la Salud, en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba, donde estudia con imágenes satelitales el acceso a los servicios de salud por parte de poblaciones originarias, en particular sobre algunas enfermedades infecciosas congénitas que se desarrollan en el noroeste del país.
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