El Ministerio de Ciencia y Tecnología inició una nueva edición de la Encuesta sobre Investigación y Desarrollo del Sector Empresario Argentino (ESID) para medir la inversión que realizaron las empresas en el país en 2021.
El registro inició el 16 de mayo y continuará hasta el 30 de septiembre y se relevará a unas dos mil empresas destinadas a I+D de todos los sectores productivos.
Se trata de un censo de empresas que realiza la Dirección Nacional de Información Científica (DNIC) de la Subsecretaría de Estudios y Prospectiva y de la cartera científica junto con la Fundación Observatorio PyME (FOP).
Cabe señalar que la información recolectada en este operativo luego es complementada con los datos obtenidos a través del Relevamiento Anual a Entidades que Realizan Actividades Científicas y Tecnológicas (RACT), también realizada por la DNIC, para la confección de los anuarios estadísticos de ciencia y tecnología. Ambas operaciones estadísticas son reconocidas por el INDEC y efectuadas según lineamientos internacionales para asegurar su comparabilidad a nivel mundial.
¿Qué registraron en 2020?
El informe elaborado por la cartera sobre datos del 2020 registró que apenas 14% de profesionales y científicos/as del país son empleados/as por el sector empresario, cifra que se reduce a menos del 10% si se tiene en cuenta sólo a científicos y científicas (sin contar al resto del personal vinculado con Investigación y Desarrollo).
La Dirección Nacional de Información Científica, registró allí que 1.001 empresas desempeñan actividades de Investigación y Desarrollo (I+D) y emplean a 16.977 profesionales y científicos.
En 2020, solo diez firmas explicaron el 42% de toda la inversión en I+D que realizó el sector empresario.
“Históricamente, la amplia mayoría (78%) del personal en I+D en Argentina se desempeña en instituciones públicas: universidades y organismos de CyT”, señala el informe, en alusión a los 16 organismos científico-tecnológicos del país (entre los que se encuentra el INTI, el INTA, CNEA, CONAE y el propio CONICET), las 68 universidades nacionales, y las entidades sin fines de lucro.
Aún lejos del ideal
Esta participación del sector privado, destaca el informe sobre el 2020, “es notablemente inferior a la que se observa tanto en países de la OCDE (que alcanza el 63,58) e incluso lo es en comparación con otros países de América Latina y el Caribe (ALC), donde las empresas aportan en promedio el 17 % de los/as investigadores/as”.
El informe concluye, de hecho, que “la cantidad de recursos humanos en I+D que aporta el sector empresario a la I+D total del país es relativamente baja”, manteniéndose en los últimos años en el orden del 14%, y agrega que “es una característica estructural del desarrollo de la actividad de I+D en el país que, en términos de comparación internacional, está explicado por la baja incidencia que ha tenido el sector empresario en el empleo de recursos humanos para la investigación”.
En el otro extremo, hubo 500 empresas haciendo I+D que, en conjunto, no alcanzaron a representar el 2% de la inversión del sector.
En ese sentido, en 2020, solo diez firmas explicaron el 42% de toda la inversión en I+D que realizó el sector empresario, de las cuales nueve fueron de capital multinacional. En el otro extremo, hubo 500 empresas haciendo I+D que, en conjunto, no alcanzaron a representar el 2% de la inversión del sector. Esta concentración de los recursos dedicados a I+D en un grupo acotado de empresas grandes y multinacionales no debe desdibujar un fenómeno destacado de la dinámica de estas actividades en el sector empresario argentino: las empresas que presentan mayor intensidad en el esfuerzo para desarrollar actividades de I+D son las pymes.
Esto se refleja tanto en la proporción de personal abocado a estas tareas como en el porcentaje de los recursos financieros que se invierten en I+D: mientras en las empresas grandes se invirtió el 0,9% de las ventas, en las pequeñas empresas este porcentaje alcanzó el 12,4%. Algo análogo ocurrió con la dedicación de recursos humanos: el esfuerzo de las empresas pequeñas en este sentido multiplicó por seis el que realizaron las grandes empresas.
Mayor participación global en I+D, pero…
Ahora bien, si se tiene en cuenta la inversión global en I+D (incluyendo salarios y bienes de capital) la participación empresaria aumenta en relación a la Investigación y Desarrollo total realizada en el país, y el informe destaca, en tal sentido, que viene incrementándose de manera sostenida desde hace seis años, desde el 22,5% hasta el 36,1%.
En una entrevista con Periferia, el Subsecretario de Estudios y Prospectiva del Ministerio de Ciencia y Tecnología, Eduardo Mallo, explicó que este aumento de la participación total de las empresas, desde el año 2015 hasta hoy, responde más a una caída relativa de la inversión pública, que fue la característica de lo que sucedió durante la gestión Cambiemos, que a un incremento de la inversión privada.
De hecho, el informe destaca que “el aumento de la participación de las empresas no puede interpretarse fuera del contexto en que se enmarca: entre 2015 y 2019, la inversión pública en I+D cayó un 42% en términos reales”, y subraya que “por este motivo, la proporción de la inversión que representa el sector empresario aumentó muy significativamente (60%), aun cuando su nivel real de inversión tuvo un crecimiento del 15% en 5 años”.
En relación al producto bruto interno (PBI), la inversión en I+D del sector también evidenció un crecimiento lento pero constante a lo largo de los últimos años: pasó del 0,14% en 2016 al 0,20% en 2020. Esta cifra se encuentra por debajo de la que se observa en países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que alcanzaron en promedio el 1,76% del PBI, pero levemente por encima del resto de los países de América Latina, donde, en promedio, la inversión del sector empresas representó el 0,19% del PBI en 2019.
¿Qué registra la Encuesta?
La ESID también brinda la posibilidad de construir un perfil de las empresas que hicieron I+D en el país según tamaño, conformación de capital y sectores productivos al mismo tiempo que indaga sobre la concentración en términos de inversión y su distribución por tipo de actividad, las principales fuentes de financiamiento utilizadas y el perfil de los recursos humanos, entre otros indicadores.