La reactivación de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) de Neuquén tiene intenciones claras de concretarse. Así lo confirmó la presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Adriana Serquis, quien adelantó que para iniciar las tareas «falta terminar de acordar el contrato de puesta en marcha». A su vez, subrayó la necesidad de contar con agua pesada para las centrales nucleares en operación y para posibles nuevos proyectos.
Días antes de terminar el 2022, Serquis se reunió con el gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez con quién que abordaron el proyecto de reactivación presentado por la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (ENSI) a mitad del 2022. «Charlamos sobre cómo sería el plan de puesta en marcha de la planta para la producción de agua pesada, que es nuestro primer interés con una de las líneas», detalló.
En el Presupuesto 2023
En agosto del año pasado ya se había firmado un memorandum en conjunto con ENSI, la provincia de Neuquén, Y-TEC y la CNEA. Para ese entonces, ya habían solicitado que se incorpore al presupuesto nacional el monto que corresponde al primer año.
En total, se estiman 25 meses de trabajo que requieren unos 11.000 millones de pesos. «Se había solicitado al presupuesto nacional 2023 unos 5.500«, indicó en diálogo con Cosechas y Negocios.
La respuesta de Nación fue que aprobaron casi 5.000 millones de pesos al programa, que «es un muy buen número, pero teniendo en cuenta la inflación iba a ser insuficiente. Sabiendo también que la provincia quería acompañar estuvimos charlando para ver si podíamos conseguir un poquito más de apoyo de su parte y pensar que es posible comenzar», explicó.
«También se habló con la secretaría de Energía y con el ministro de Economía para tratar de garantizar el presupuesto para el segundo año también y así contemplar completamente este plan», detalló. La provincia había ofrecido cerca de 1000 millones de pesos.
Plan de puesta en marcha
Por eso, «vamos a comenzar con el plan de puesta en marcha. Ahora tenemos que ver los detalles con ENSI, sobre las características que tendría desde el punto de vista técnico, porque después de tanto tiempo de estar parada, si bien hubo tareas de mantenimiento, siempre hay dudas sobre el estado de alguna parte de los equipamientos, en particular todo lo que es el sistema de control», subrayó.
La referente adelantó que ya hay un borrador del contrato de puesta en marcha «pero vamos a seguir discutiendo algunas cosas para poder firmarlo lo antes posible». Esto se debe a que el contrato de mantenimiento venció a fin de 2022.
Dos líneas de producción
El objetivo es iniciar con la producción de agua pesada, con la expectativa de llegar a las 80 toneladas anuales en una de las dos líneas disponibles.
«Sería mucho más sencillo pensar en que la segunda línea pueda atraer inversores para el plan de producir urea, de amoníaco e incluso intentar ver si es posible más adelante que sea amoníaco verde», refirió. Los empleados de la PIAP llegaron hasta el Congreso con su reclamo de reactivación
El agua pesada resulta esencial para el funcionamiento de las centrales nucleares que trabajan con uranio natural. «NASA (Nucleoeléctrica Argentina) nos comentó que por el tiempo de vida que tienen estas centrales van a requerir un total de 480 toneladas de agua pesada, mientras que con la extensión de Atucha I y con lo hablado con la secretaría de Energía se justifica aún más la necesidad de tener agua pesada«, destacó.
Interés internacional
Por otra parte, países como Canadá expresaron su interés en acceder al agua pesada para otros usos como semindustriales, médicos, entre otros. El país «tenía una planta muy grande de agua pesada que cerró. Ya tenemos una carta de intención de Canadá de que si nosotros ponemos la planta en marcha ellos están interesados y con una especie de pequeño plan de negocio», adelantó.
Este plan, entregado por el país norteamericano, especifica qué uso se le dará y cuál es la proyección de cantidad de agua pesada «que están pensando que sería necesaria en los próximos cinco a diez años. Dependiendo de si nosotros ponemos la planta en marcha o no, van a decidir si poner otra planta, porque como hay tan pocos países que la producen es probable que sea un bien que va a tener un precio difícil de fijar a futuro«, subrayó.
Los proyectos nucleares en carpeta
Atucha III es uno de los proyectos recientes en vías de concretarse. «Será de uranio enriquecido con lo cuál no requiere agua pesada, funciona con agua liviana. El contrato se firmó a comienzo de este año pero todavía tiene un montón de clausulas» a cerrar, indicó.
Por un lado, está el contrato con NASA, «que tiene a su cargo la construcción de las centrales de potencia de alto nivel». A su vez, «estamos a la expectativa de las definiciones nacionales respecto del acuerdo con China«.
Otro proyecto está asentado en el plan estratégico de NASA y apunta a construir «otra central de uranio natural y agua pesada, lo que justifica aún más la necesidad de su producción. Eso todavía sigue siendo un proyecto. Se verá qué posibilidad hay en la transición energética. La mayoría de los países del mundo consideran a la energía nuclear como una de las soluciones para descarbonizar la matriz», señaló.
«Hace algunos años se pensaba que las dos deberían estar activas, tanto la Atucha de agua liviana y uranio enriquecido del tipo Hualong, que es la que se firmó con China, cómo la del proyecto nacional que sería del tipo Candu de uranio natural y agua pesada», remarcó. Este año «seguiremos trabajando en pos de todos estos proyectos que nos entusiasman«, cerró.