En un acto colmado en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) se formalizó la asunción de Mónica Biasone y Marina Sánchez Herrero como rectora y vice, respectivamente, y ambas marcaron una agenda centrada en democracia, territorio y fortalecimiento de la universidad pública.
En una ceremonia a la que fueron convocados integrantes de la comunidad universitaria, representantes institucionales y autoridades locales, la Universidad Nacional de Mar del Plata puso en funciones a sus nuevas autoridades para el período 2025–2029. Mónica Biasone asumió como rectora y Marina Sánchez Herrero como vicerrectora, acompañadas por los equipos de gestión de cada facultad y del Colegio Illia.
El acto marcó el inicio de una nueva etapa en la institución, con discursos que ubicaron a la universidad pública en el centro del desarrollo local, regional y nacional. Desde el comienzo, Sánchez Herrero planteó la necesidad de pensar a la Unmdp “como parte del territorio”, una expresión que atravesó su intervención y que buscó recuperar el vínculo histórico entre la universidad y la ciudad.
“La universidad dialoga con su ciudad, se integra a las necesidades locales y participa del desarrollo urbano, social, cultural y productivo”, afirmó. Sostuvo que cuando una universidad nacional crece “también crece la ciudad que la alberga”, y que ese intercambio se convierte en “uno de los motores más potentes del federalismo argentino”. El eje territorial, dijo, será una prioridad en la gestión que inicia.
La universidad en un momento crítico
La nueva vicerrectora dedicó otro tramo de su discurso al papel democrático de la educación superior pública. Planteó que la Unmdp debe mantenerse “firme, abierta, independiente, crítica y profundamente democrática”, y definió a la universidad como “un faro de estabilidad en tiempos de incertidumbre”. Para Sánchez Herrero, ese rol requiere preservar siempre espacios donde “la razón, el conocimiento y el diálogo tengan prioridad”.
Al tomar la palabra, Biasone se enfocó en el escenario nacional y en los desafíos que atraviesa el sistema universitario argentino. Definió el momento como “crítico”, marcado por la falta de financiamiento adecuado, la inestabilidad presupuestaria y los intentos de desprestigio hacia las universidades públicas. Señaló que esas críticas se apoyaron “muchas veces en desconocimiento o en prejuicio”.
La rectora reivindicó el aporte histórico de las universidades nacionales al país y subrayó que la universidad pública “fue, y sigue siendo, el motor del ascenso social” en la Argentina. Recordó que por sus aulas pasaron científicas y científicos de excelencia, premios Nobel, profesionales de diversas disciplinas y trabajadores de la educación que todos los días sostienen la vida social.
No hay nación en desarrollo sin universidades
También remarcó que “ninguna nación del mundo alcanzó reconocimiento internacional sin fortalecer sus universidades”, y valoró que Argentina lo logró a partir de un sistema inclusivo, gratuito y comprometido con la excelencia.
Biasone recuperó además el apoyo masivo que recibió la universidad pública frente a los intentos de deslegitimarla. Destacó que la ciudadanía la defendió “más allá de banderas políticas, ideologías o diferencias”, y que las marchas en todo el país demostraron que la educación superior no es un beneficio individual sino “un patrimonio social”.
El cierre de su discurso estuvo marcado por la enumeración de los principios que guiarán su gestión: una universidad “abierta, gratuita, democrática y cogobernada”, respetuosa de la libertad de cátedra y opinión, comprometida con la excelencia como responsabilidad social y con la innovación tecnológica, ambiental y cultural del siglo XXI.
En su síntesis final, Biasone definió la universidad que proyecta: “Inclusiva, feminista, ambientalmente comprometida, promotora de igualdad, que combata la violencia, la discriminación y el odio. Frente a la intolerancia, nuestra respuesta seguirá siendo más conocimiento, más ciencia, más pensamiento crítico y más democracia”.