El investigador principal del CONICET especializado en bioquímica, y coordinador del proyecto de vacuna “ArgenVac” de segunda generación, contra el coronavirus, iniciado entre la Universidad Nacional de La Plata y el CONICET, se refirió al proyecto, y contó el estado en el que se encuentra hoy.
La vacuna “Argenvac”, una de las seis alternativas de vacunas contra el Coronavirus que desarrollan científicos de la Universidad de La Plata, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis) “Dr. Carlos Malbrán”, de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (Anlap) y que alcanzó un acuerdo con Laboratorios Gihon, para el escalado masivo de su producción.
El acuerdo permitirá a los científicos del Instituto de Estudios Inmunológicos y Fisiopatológicos (IIFP) y del Instituto de Investigaciones Físicas, Teóricas y Aplicadas (INIFTA) ambos del CONICET y la UNLP, avanzar con la etapa de prueba en humanos y comercializar a gran escala la vacuna.
Gihon Laboratorios SRL, es una química del Parque Industrial General Savio de Mar del Plata que lidera Alberto Chevalier, en el marco de un ambicioso proyecto científico que involucra a diferentes organismos e instituciones del país y que es impulsado por el Gobierno nacional con el fin de garantizar nuevas alternativas de inmunización de cara al 2022.
El proyecto recibió, de hecho, la aprobación de fondos por un total de 60 millones para finalizar la etapa preclínica, de parte de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
Argenvac 221 se basa en el uso de proteína recombinante y “se puede adaptar fácilmente” a las diferentes variantes que muestra el virus.
Así se lo explicó Omar Azzaroni, uno de los investigadores del proyecto a Periferia: “Hay que pensar en el mediano plazo, porque vamos a tener problemas post-pandémicos”, dijo Azzaroni, y sostuvo que “el año que viene la gente vacunada va a comenzar a transitar infecciones porque esas vacunas (la Sputnik, Pfizer, AstraZeneca, Sinopharm), fueron desarrolladas pensando en la identificación genética de una especie particular donde vos tenés una cepa nueva con estilos de identificación genética diferente dónde tiene una estructura protéica diferente la spike, y eso te va a llevar inexorablemente a tener que adaptar la vacuna para una cepa nueva que tiene ya muchas mutaciones”.
ARGENVAC surgió algunos meses atrás como resultado de la combinación del extenso trabajo en el diseño de nanopartículas del INIFTA con la vasta trayectoria que el IIFP acredita en el estudio y caracterización del sistema inmune, experiencias lideradas por los investigadores del CONICET Omar Azzaroni y Guillermo Docena, respectivamente.
Ahora, esta red se complejiza con la anexión de un equipo de la UBA dirigido por Cecilia D´Alessio y Javier Santos, también investigadores del organismo, que se encargará de generar el principio activo de la vacuna a partir de una fracción de una proteína específica del virus SARS-CoV-2.
El INTI, por su parte, participará a través de un proceso de escalado en su planta piloto de producción de medicamentos. Mientras tanto, los grupos locales continúan con los ensayos de laboratorio, y estiman que el año próximo pasarán a las pruebas clínicas.
Invadir las células blanco
El mecanismo propuesto para ARGENVAC221 se basa en el uso de fragmentos de la proteína S, que se encuentra en la cubierta del virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad, y es el arma que este utiliza para invadir e infectar las células blanco, que son las del epitelio nasal y, principalmente, pulmonar, donde en contacto con distintos tipos de receptores se divide y multiplica para invadir otras células. Así, la estrategia consiste en el encapsulamiento de esas fracciones de la proteína en nanopartículas y su inoculación para generar los anticuerpos necesarios que permitan bloquear la entrada del virus y provoquen la respuesta de memoria que garantice inmunidad protectora en el tiempo. Actualmente, el equipo se encuentra estudiando distintos protocolos de administración de la vacuna.
¿Por que es estratégico contar con vacunas propias para los próximos años?
La importancia de contar con una vacuna de producción local para los años subsiguientes (de segunda generación) de evolución de la pandemia de coronavirus, luego de que hayan pasado los primeros acuerdos con los laboratorios para inmunizar masivamente a la población es una estrategia de mediano plazo.
“Hay que pensar en el mediano plazo, porque vamos a tener problemas post-pandémicos”, dijo Azzaroni, y sostuvo que “el año que viene la gente vacunada va a comenzar a transitar infecciones porque esas vacunas (la Sputnik, Pfizer, AstraZeneca, Sinopharm), fueron desarrolladas pensando en la identificación genética de una especie particular donde vos tenés una cepa nueva con estilos de identificación genética diferente dónde tiene una estructura protéica diferente la spike, y eso te va a llevar inexorablemente a tener que adaptar la vacuna para una cepa nueva que tiene ya muchas mutaciones”.
“Cuando eso pase vos ya tenés que tener instalada una vacuna que en pocos meses vos puedas reconfigurar la matriz de la vacuna para adaptarla a una cepa nueva, y así está diseñada ArgenVac”, explicó Azzaroni, pero además explicó que “otra cosa importante es el tema de la conservación por la heterogeneidad de capacidades infraestructurales que existen en el país para refrigerar, por ejemplo, una partida de vacunas a 80 grados bajo cero”.
“La vacuna ArgenVac está pensada para que se refrigere en una heladera común, que vas y comprás en una casa de electrodomésticos”, dijo Azzaroni y agregó que “se pensó en una vacuna que proteja a la gente, que la podamos almacenar en cualquier lugar de la Argentina”.