“Todos sabemos que nadie que nace en la pobreza en Argentina hoy llega a la universidad”, decía la ex gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, ante miembros del Rotary Club, en mayo de 2018.
La frase fue disparada en el contexto de un microclima anuente y de pleitesía, que empujó, tal vez, a Vidal a bajar las resistencias que el marketing político le puso a sus prejuicios de clase.
Ese microclima fue quizás el último espacio de inmunidad que recorrieron sus palabras, porque apenas aterrizaron en la primera plana de los medios, la obligaron a desdecirse en menos de 24 horas.
El repudio generalizado empujó a Vidal a levantar las barreras nuevamente y ensayar su actuación una y otra vez en estudios de radio y televisión, para explicar que no dijo lo que dijo.
Hoy la frase de la ex gobernadora sigue retumbando, y con cada informe, dato y número de la realidad vuelve a reinventarse.
Esta vez fue el registro que arrojaron las universidades del conurbano sobre el número de inscriptos lo que volvió a convocar a la ex mandataria provincial.
La primera piedra la arrojó la periodista y licenciada en ciencias políticas, Tali Goldman, con un informe en el portal ?Nuestras voces?, donde indicó que en la Universidad Nacional de Hurlingham se inscribieron dos mil personas más que el año anterior, y que lo mismo pasó en la Universidad Nacional Arturo Jauretche y en la de Avellaneda.
El dato fue confirmado por el propio Ministerio de Educación de la Nación que confirmó la existencia de la tendencia en otras casas de altos estudios.
Por ejemplo, una de las más nuevas, la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR) nacida en el año 2014 vio incrementada su matrícula.
Así, en 2020, comenzaron el curso de ingreso 6 mil estudiantes nuevos contra 4 mil que entraron en 2019 y 3 mil el 2018.
Otro de los casos es la de la Universidad Nacional Arturo Jauretche en Florencio Varela inaugurada en 2010. En 2020 hay 11.442 nuevos ingresantes contra 8720 en 2019 y 8303 en 2018.
En tanto, en la Universidad Nacional de Avellaneda, creada en el año 2009, ingresaron en el primer período de inscripción del 2020 4316 ingresantes. Teniendo en cuenta que aún restan otros dos períodos de inscripción, es un número mayor del esperado ya que en 2019 sumando los tres períodos de inscripción hubo un total de 7556.
Es más, muchos de los nuevos estudiantes, señalan que la cercanía y la gratuidad facilitan el ingreso. “En momento de crisis, la universidad pasa a ser una salida”, aseguran.
Para Walter Wallach, rector de la UNAHur, “hay una ampliación de la cobertura en toda la Argentina que tiene que ver con la expansión del sistema educativo, es decir, hay más oferta porque hay más demanda. Que haya más universidades que incrementan su matrícula tiene que ver también con que hay más universidades”.
La UNAHUR tiene cinco años desde su creación y aún no tuvo su primera camada de egresados de licenciaturas aunque sí de títulos medios como tecnicaturas. “En el caso nuestro, más del 90 por ciento de los estudiantes son la primera generación de estudiantes universitarios en su familia y es es muy interesante”, explica Wallach.
La palabra del Ministerio de Educación
Fuentes del ministerio reflexionaron sobre dos cuestiones que pueden explicar este fenómeno: “Hay una tendencia de crecimiento año a año porque se instalan y aumentan su prestigio y eso es reconocido por la comunidad. Y por otro lado, cuando hay una crisis fuerte económica los sectores populares ven oportunidades de formación porque no tienen, sobre todo los jóvenes y específicamente las jóvenes, una salida laboral. Entonces, la universidad pasa a ser la salida”.
“En estos diez años, nuestra Universidad Nacional Arturo Jauretche ha tenido un crecimiento enorme. Desde el inicio, siempre hubo un perfil definido: una universidad que, analizando las necesidades locales en materia de profesionales y científicos, diera una respuesta acorde con las capacidades potenciales de este territorio. Y luego de una década, tenemos esta realidad que marca el rumbo hacia una universidad con una estructura que se fortalece cada vez más en sus funciones centrales: actividad académica, investigación y vinculación con la sociedad”, explica el rector Ernesto Villanueva.
Villanueva concluyó que “año tras año, con el incremento de estudiantes inscriptos, se confirma que la demanda de educación superior, en un área de influencia de más de un millón de habitantes, en la que no había ninguna universidad pública, es un ejemplo claro de la visión estratégica de su creación. La progresión desde los primeros tres mil que se anotaron para cursar el primer ciclo lectivo allá por el año 2011 hasta la última inscripción que finalizamos hace unos días, con unos 11.400 aspirantes, muestra ese importante desarrollo”.
Cecilia Díaz, Doctora en Comunicación y profesora universitaria, consultada por el portal Nuestras Voces, hay tres factores que permiten entender el fenómeno de las universidades del conurbano: “En primer lugar, cómo los territorios se van apropiando de las universidades. Cuando vos consultas a los ingresantes por qué vinieron acá y no fueron a otra te empiezan a contar que tienen amigos, familiares o porque con el colegio fueron de visita a la universidad. La cuestión de “me queda cerca” es un factor importante pero no es lo más importante. Es decir lejos de pensar que el Estado “puso sucursales” hay un apego y una identidad vinculada a la propia universidad y eso hace que cada una de ellas sea distinta. Por otro lado el aspecto de la gratuidad. Son instituciones, sobre todo las nuevas, que no se condicen con el imaginario negativo que hay sobre el Estado. Un estado visto como algo burocrático, que no hay clases, que no funciona. Las universidades aparecen como lugares lindos, amables, al que uno quiere pertenecer. Es decir, hay un sentido de pertencia y de decir “bueno, quiero ser parte de eso”. Y hay un tercer factor que tiene que ver con una cuestión familiar. En los primeros días de clase te encontrás con la familia completa sacándose la foto como una victoria, es decir, algo de logro familiar, de ver esa instancia como de de ascenso social. Y eso implica un esfuerzo enorme de las familias que muchas veces sustentan económicamente a los hijos para que puedan dedicarse de lleno al estudio y no tengan que salir a laburar”.
Fuente: Nuestras Voces.