La brecha de género en las carreras científicas mantiene sus porcentajes estables, a pesar del trasfondo cultural actual. Así lo revela la estadística de quienes se reciben en las ingenierías.
En la Universidad Tecnológica Nacional, por ello, las mujeres representan apenas un cuarto de la población estudiantil que se decide por las carreras de Ingeniería.
El dato surge del libro “Matilda y las mujeres en ingeniería en América Latina”, del Consejo Federal de Decanos en Ingeniería (CONFEDI) y el Consorcio Latinoamericano y del Caribe de Ingeniería.
Efecto Matilda
En la publicación, se menciona el “efecto Matilda” como una de las claves para analizar la baja representación femenina en el área.
Es que en Argentina los indicadores de género vinculados a las ingenierías también encienden alarmas.
Según los datos de la Secretaría de Políticas Universitarias, en 2017 se graduó una ingeniera cada 10.427 mujeres, mientras que se recibió un ingeniero cada 3.238 hombres en el país.
En 2012 se trazó el objetivo de graduar un ingeniero cada 4.000 habitantes para 2020. Sin embargo, en 2017 se alcanzó a recibir un nuevo ingeniero cada 4.992 personas.
Es por ello que se apunta a la necesidad de abrir el juego a que las mujeres se incorporen a las carreras tecnológicas.
Avance lento
En 2009 la presencia de mujeres en las Ingenierías era el 22%. Ocho años después, apenas el 24% de los ingresantes fueron mujeres.
La primera conclusión que arrojan los números es que los indicadores de ingreso, permanencia y graduación son idénticos a la de los hombres.
En el desglose por provincias, se destaca la feminización de la ingeniería en Formosa, Jujuy, Neuquén, Río Negro, Salta, San Luis, Santa Cruz y Santiago del Estero.
Allí la representación se encuentra por encima del 30%. En tanto, la ciudad y la provincia de Buenos Aires están por debajo de la media nacional con el 21% y 22% respectivamente.
“Los cambios no se van a dar instantáneamente. Vencer la inercia no es fácil. El ingreso muestra una tendencia creciente, pero en un contexto de demanda de profesionales en ingeniería, es indispensable continuar promoviendo el interés”, señaló Andrea Pinzón, investigadora de la Universidad General Sarmiento.
Matilda Joslyn Gage fue una neoyorquina aficionada de la medicina, que se convirtió en activista luego de ser rechazada de la universidad porque en el siglo XIX solo matriculaban a hombres.
Desde entonces, se le llamó “efecto Matilda” al fenómeno por el cual las contribuciones de las mujeres a la ciencia se le atribuyó a los hombres, se les quitó representación y reconocimiento.
Segregación horizontal
El efecto coincide con lo que se denomina “segregación horizontal”, que es una de las fuertes problemáticas que atraviesa el género femenino para desarrollarse profesionalmente.
Así lo identifican un grupo de investigadores de la Red Argentina de Genero en Ciencia y Tecnología (RAGCyT) al referirse a la baja incorporación de mujeres a las carreras científicas.
El fenómeno tiene impacto en el ingreso y el abandono de las carreras profesionales por efecto del rol que las mujeres cumplen a nivel familiar en las edades tempranas.
Pero también por las acciones de restricción por parte de las propias estructuras del Estado a que se desarrollen las investigadoras en sus iniciativas profesionales.